Llanto en el esfuerzo, anhelo regado con sudor.
Paso quejumbroso y firme a golpe de riñón.

El amanecer alumbra figuras erguidas, pilares de la libertad.
Barrunta la luz historias de miedo y ceniza,
rojiza penumbra sin fin.
Levanta la voz silencio.

Piedra sobre piedra alturas que están por conquistar.
Manos encalladas llenan huecos de dignidad.

Escuadra y compás, trazan dibujos exactos, alzados que levantar.
Con mazo y cincel, se esculpen los guardas del cielo,
desagües de flecha y puñal.
Se fragua el valor, su majestad.

Con los restos del mantel de palacio,
cuece el pueblo su banquete aguardando,
que las tierras del señor y sus vasallos,
las devore el fuego eterno de la rebelión.

Volar retando al dolor sangrando la paz.
Saltar dejando la voz con el corazón.
Lucha sin tragua y desgarro de rabia al ganar.

Ya se rascan los bajos del cielo, se parte la luz al entrar.
Son los magos que tocan las nubes y saben lo que vale el pan
Aprendices, jornaleros
Mil colores que mezclan vidrieras se abrazan en cada rincón.
¡Sí! se muestra radiante la imagen, gárgola de la rebelión
con la furia de los vientos.

Van barriendo al pasar la sangre real, siembra de honor.
Reguero de paz, de amargo sabor, de frágil olor.

Clamor que nace de un pueblo sin miedo, errar un paso atrás.
Grietas que abren las nuevas cañadas, muros que derribar.
Lanzas de furia, la piel en el fuego, puños para avanzar.
Una montaña en pie en el tablero es nuestra catedral.

Criaturas de piedra danzando en el cielo, flujo de libertad.
Destapa el gentío el semblante jocoso vamos a celebrar
el fin del yugo de tiempos pasados, pero sin olvidar
los ríos de tinta que insiste que el malo nunca se rendirá.

Tiempo después, crece la hierba que ata los pies.
Vuelta a empezar cediendo el poder.
Sobrevivir con las cadenas que rompen la fe.
Es redentor, su majest...

Tallos que se quiebran, suelos que empiezan a temblar.
cuando la codicia suena con la fuerza de un volcán.

Sentencia el juez, cuentos de herida y caricias, sudores de triste final
El amanecer alumbra manifestaciones, océanos de indignación
Se vuelve a inventar la rebelión.

Con los restos del mantel de palacio,
cuece el pueblo su banquete aguardando,
que las tierras del señor y sus vasallos,
las devore el fuego eterno de la rebelión.

Volar retando al dolor sangrando la paz
Saltar dejando la voz con el corazón
Lucha sin tragua y desgarro de rabia al ganar.